La otra cosa que recuerdo así, en un primer momento de aquel verano es mi colección de cuentos Dumbo. Siempre me ha gustado coleccionar y guardar todo lo que un día formo parte de mi vida. No solo es nostalgia, esas cosas me mantienen los pies en el suelo, me cuentan quien fui y me recuerdan por qué una vez fueron importantes para mi. Estos cuentos costaban entonces 35 pesetas, toda una fortuna y más para mis 7 años. Pero me regalaron el primero y los vendían en el kiosco de la esquina. Demasiada tentación para mi. Me gustaba leer y podía comprarlo. Y así empezó mi colección de Dumbo. Cuando volvimos mi hermano y yo a casa al final de aquel verano, traíamos un pequeño "tesoro". Somos familia numerosa y aunque no nos hiciera mucha gracia, estabamos acostumbrados a compartir todo. Aquellas Navidades el numero de "dumbos" aumentó. Con los cumpleaños, Santos, comuniones, mas navidades... con los años la colección se hacia mas y mas larga. En fin, que llegamos a tener casi la colección completa. Siempre estuvieron en casa de mi madre aunque muchos se perdieron con el paso de los años. Cuando yo me casé mi madre nos "permitió a los propietarios" dividir la colección Mitad para mi hermano mayor y mitad para mi. Estaban viejitos. Pero de nuevo me vino la fiebre. Los llevé a que me los arreglaran, cosieran, pegaran y encuadernaran. Con la llegada de internet me puse a buscar donde comprar los que me faltaban, los que tenia mi hermano. Muchos los conseguí en buen estado.
Hoy he vuelto a verlos en el kiosco, cuarenta y muchos años después. No he podido resistirme. Imposible no recordar.
La nueva colección no es exactamente igual a la antigua. La nueva es de pasta dura y los números no coinciden con los antiguos títulos. Todo lo demás es igual. Cuando lo he abierto y me he puesto a leer, me pareció escuchar la voz de mi madre diciendo
"niños ¡¡ dejad los libros y sentaros a la mesa, que ya está la comida¡¡"